agosto 15, 2010

Infrasonía 9

Se iluminaron los teclados muertos de palidos colores adormecidos.
Se comenzó a embellecer las flanges, a pintarlas de nuevo de mujer...
Las entradas parpadeaban como relámpagos en este sueño dorado.
Los cielos veinteañeros caían a pedazos sobre la cuidad enardecida, se habían excedido... sus.cep.ti.bles a morir...
Una llovizna de oro... las antorchas en el bosque, las hadas peregrinas...
Aconteció una noche y se me quedó grabado.

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