agosto 30, 2010

Infrasonía 30

Pájaros muertos caen del cielo.
Plumas. Ojos. Cabecitas estrelladas.
Está todo invertido. Y si grito no me escucha nadie. Y si callo me mira todo el mundo.
Se evaporan los fuegos terrestres, nuestros pies se despegan despacio de la tierra.
No estamos volando, sólo estamos locos.
Sólo perdimos la batalla.
Sólo el absoluto caos domina las lenguas.
Y siempre quise que así fuera, reirme a carcajadas de la confusión colectiva, de nuestros ojos vacíos buscando donde atarse, nuestras bocas semiabiertas y asombradas.
Desorden.
Destrucción.
Ventanas reventadas, catedrales rotas.
Aullidos humanos, escondidos en la espesa noche.
Andamos en cuatro patas, somos animales ácidos y nocturnos, noctámbulos, desesperadamente instintivos.
No extraño la interacción, no extraño ningún tipo de lenguaje. Me quedé ciega cuando la blanca explosión hizo de mis pestañas muros y de mis dedos torres infranqueables.

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