agosto 25, 2010

Infrasonía 27

Y antes de dormir me sentí borracha.
Sonreí lejana ante una noche fría, adornada con nubes difuminadas. Nubes blancas sopladas con delicadeza sobre un telón negro.
Abrigué mis manos bajo mi pelo apestoso a nicotina, sentí el calor apoderarse de mis dedos, movilizarlos. Sentí mis dedos enroscarse en mi pelo, desordenarlo.
Dí dos pasos, tambaleé y se me nubló la vista. Me recosté embriagada, mirando como el techo cambiaba de color, perdiéndome en la infita introspección que hacen los cuerpos extasiados.
Respiré hondo, el ambiente era totalmente familiar, mío en todo sentido. Desorden, basura, luces, cigarros, incomprendida felicidad agónica.
Mi espalda se hundía en el colchón, mis ojos se cerraban despacio, estaba ebria sin haber bebido un sorbo, estaba borracha de un estado multisabor, girando las cosas a mi alrededor, pestañeando lento, adormecida en un cuento escrito con la sencillez más pura que he visto.
Me dormí borracha, desperté borracha y todo me parece un poco más claro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario