diciembre 14, 2011

Los sonidos molestos, ruidos persistentes. Ahora lo entiendo, ahora se que quiebra por dentro mi cabeza, como catedral asaltada por gigantes no contemplados en la historia.
La inestable estructura de los puentes de los que dependen nuestras vidas. Movimiento que oscila, como el tiempo que oscila, como el péndulo, los ejes y las coincidencias no coincidentes.
Cansancio arrepentido. Suplicio de la cotidiana desesperanza. Planeta de basura, emergente desgracias, alimenta mi boca de tu satírica respuesta.

diciembre 08, 2011

Soy la mejor amiga de las bestias que no existen.
Fiel compañera de los nadie y de la nada, permanente habitante.
El desequilibrio de mi cuerpo, redundante en las hemorragias internas. Perpetua en el reflejo atroz de las imágenes que proyecto.
Y por eso me canso y por eso me hastío infinitamente de mí, por eso me bebo la vida en un vaso con grietas, para que se quiebre en mi mano pronto y me empape de glorias moribundas.
Y por eso mis causas quedan incompletas y por eso me agito, porque me falta la valentía o me falto yo misma, me perdí en un laberinto y me transforme en pared y en piso sucio, en cielo extraño y en dilema constante.
No se puede volver.
No se puede.
No.
Letreros brillantes, con hormigas electrificadas, danzantes en todos los techos.
Y manos que me parecen exhaustas y ojos que parecen haberse hartado de mi. :c

febrero 11, 2011

Infrasonía 87

Árboles en la avenida de la oscuridad, como pasajeros antiguos que se murieron de frío a un lado de la carretera.
Las nubes están altas, tan altas que no las alcanza nadie, se reflejan y saludan en los charcos rojizos que humedecen la tarde y la tierra, como cráteres, como heridas abiertas, sanguinolientas.
Y el sol, de ta alto se queja, yo lo oigo a ratos, entre tanto azote polvoroso que me nubla los ojos.

febrero 10, 2011

Infrasonía 86

Ella y su hipocresía, su creencia ciega, su rebelión ala inversa, su piloto automático en todo momento.
Ojos que se someten, mirada que no se tuerce, garganta que ya no grita y puños que ya no sangran.
Ella y su soledad intelectual, su horrible forma de mirarse a sí misma y reflejarse en los demás y aun así ignorarlo.
Dependencia ilusa, pasos cortos y rápidos, el billete acalorado que no se gasta y los dientes que sonríen con asco.
Su hipocresía tiene casi vida propia, se resbala por los platos que me sirve y me odia sin siquiera darse cuenta y me quiere tanto que se ahoga con la lastima autodirigida de su hipocresía en celo.
Su hipocresía me mira de soslayo y serpentea cerca de mi oído, pero yo estoy sorda a su necedad.
Años que parece que no cuentan e historias que parece que olvidó y queda ella y su hipocresía barata, se rascan las espaldas una a otra, no necesitan a nadie y mienten con descaro y se creen con pasión... Yo las miro y como en su mesa, me trago el comentario y lo vomito todo afuera para que mi paso se haga ligero y las uvas amarillas de veneno lento no me enderecen el camino.

febrero 08, 2011

Infrasonía 85

Lo muerto me sabe a silencio y a quietud pagada, me sabe a antiguo y a recuerdo malparido, a rastrojos de tu carne y migajas que no sigo.
Tuerta, veo todo claro, justo como lo hice antes y no te apareces ni en pesadillas, ni en caminos transitados por virus y bacterias que me joden la vida.

Desierto que nadie descubre y nadie pisa.

La frivolidad de las terminaciones nerviosas que yacen bajo mi piel son la señal inequívoca, la muerte y los desastres que se me hacen conocidos con solo recordarlos, se han apoderado de las cuencas vacías de tus ojos.

Trozo.

Y aunque te vea ya no te reconozco y ya no me interesa la tristeza de tus párpados, no me asusta tu colmillo amenazante ni tus pasos apestándome la sombra.
Me sabe a cuento malo, a redacción ajena y tontera a metros.
Pierdo las tardes de antaño, pierdo el miedo a tu discurso hipócrita y filoso, pierdo el gusto de buscarte en las papeleras de reciclaje.

Y hoy, yo por ti?
Nada.

febrero 03, 2011

Infrasonía 84

Personas que miran el vacío, que se emocionan fácil, que lloran siempre, que no se arrepienten nunca, que odian odiarse y odian evitarlo.
Personas que admiran a otras, que sonríen poco, que tienen los ojos en llamas, que piensan más de la cuenta, que le temen a casi todo.
Personas que nunca se olvidan y que se olvidan siempre, personas que avanzan, que retroceden y se sienten mal, ocultas en sus agujeros negros.
Personas tímidas y malévolas, buenas en lo más profundo de sus almas rotas, personas que quiebran cosas, que quiebran vidrios y papeles, cartones y recuerdos.
Personas amables en el trato, discretas en lo público, asesinos en sus propias casas, tristes bajo sus mantas, increíbles en todos lados. Frágiles y volátiles, casi casi pasajeras, casi casi invisibles, ligeros de pasos con dedos de pluma.
Personas que reviven los momentos malos y los sienten de nuevo en el pecho, que reviven los momentos buenos y no los creen, personas de dormidas voluntades e intenciones, de despiertos instintos parabólicos.
Personas que no se alejan porque quizá no existen, personas que no se borran porque han sido impresos con tinta permanente en los interiores de los párpados cansados de quienes los ven incluso a ciegas, incluso con los ojos cerrados, incluso muertos.

febrero 02, 2011

Infrasonía 83

La bruma de la inocencia subió como espuma a la ventana de mis sueños, dejando todo húmedo y fresco, como una mañana de invierno o una madrugada atónita.
Cayeron entonces, desde la despedazada puerta, trozos de recuerdos, memorias en sepia de cabezas ajenas.
Y golpes ciegos en las paredes, interrumpieron los bostezos aletargados de las bocas nuestras, abiertas como duraznos caídos del árbol, estrellados y desparramados, goterones color ocaso.
Retumbaron los pasos y los disparos, en las cajas amplificadoras que escondemos en las costillas y cayeron como fósforos al vacío los huesos pulverizados, los huesos nuestros que se astillaron por el ruido que no acababa.
Las luces circularon, intermitentes y revoltosas, sobre las miradas nuestras, ateas y que no se sorprendían por nada.
Extasiados, como niños, nos desarmamos y caímos a pedazos, parecíamos papeles desintegrados, brillos incrustados en una roca de mar.
Inmersos en la increíble realidad ilusoria que atraviesa nuestros pulmones, tal navaja asesina prometiendo un despertar indoloro.
Agua. Ola. Navaja y tiempo.

enero 27, 2011

Infrasonía 82

Quería cambiar de tema, por eso, bruscamente balbuceé una pregunta. Pero era demasiado notorio, yo era demasiado obvia... Entonces me descubrí allá arriba, en la luna; con la mirada en piloto automático... Añorando lo que se me escapaba de las manos en ese momento.
Sentí calor y un leve mareo, los ojos de quienes me rodeaban estaban sobre mí, en mis hombros descubiertos, en mi pelo malpeinado, en mi cara de paraplégica que pide a gritos por la extinción de su vida; en mi expresión de querer morirme ahí mismo, de darme asco y no poder olvidar cada gesto, cada minúsculo movimiento imbécil de mi cuerpo, cada palabra aguada que se resbalaba por mis labios, sin querer decirlas, pensando incluso, lo completamente opuesto...
No sé en que momento acabó todo, no sé en que rato estaban todos en el suelo, sangrando. Muertos. Acabados.
¿Los maté yo? Me pregunto cuando mi espalda desnuda se encuentra con el placentero frío de una pared.
¿Los maté yo? La duda que aparece, cuando entre mis dedos se desliza un cigarro condenado a morir, confinado en mis pulmones sólo con la certeza de una venganza silenciosa.
No sabré si los maté o no, no sabré como sucedió lo que sea que haya pasado.
PERO ERAN ESOS OJOS.
Esos tantos ojos, clavándose como estacas en los espacios carnosos que hay entre mis huesos.
ERA EL CALOR. Esa fiebre amarilla de la humillación de estar viva y tener que mirar el piso para evadir la conciencia absoluta de mi presencia, mi hastío.

Infrasonía 81

Encuéntrame de nuevo aquí, reventando el piso con mis zapatillas, mintiendo, sonriendo y vociferando.
Encuentrame intoxicada o mejor muerta, con las mejillas azules de frío y la voz apagada.
Encuéntrame con las uñas rotas, incrustadas en el suelo. Con los ojos hinchados, con los ojos perdidos, con los ojos en el suelo, con las cuencas vacías.
Encuéntrame afiebrada, delirando sobre viejas costumbres y viejos rostros, magulladas las piernas, violentados los brazos, forcejeadas las ideas.
Encuéntrame y entiérrame, olvídame en tres segundos, en un respiro de tus pulmones aguerridos, en un intento salvaje por saltar hacia otro lado.

Veo el oceano que han creado mis venas, en el piso de una habitación cualquiera. Veo las luces colgando del techo, veo un pájaro negro posado en la ventana, veo lo que no quise ver. Veo lo inquebrantable hecho mierda y lo increíble sucediendo a mis espaldas.

Infrasonía 80

Como se quiebra un espejo o un vidrio cualquiera al conocer la frialdad del concreto, se quiebran mis pusilánimes fuerzas, las últimas que quedan, escondidas por dentro, entre tanta víscera pegajosa.
Casi en sepia, un retrato abúlico de los segundos carcomidos, cruzan en caravana a través de mi conciencia alterada, sedientos, llenos de polvo, con los ojos entrecerrados para no perderlos en una tormenta de arena y de miedos.
Como quien es desterrado de sus tierras, se exilian mis sonrisas espontaneas y sinceras, se entremezclan con la muchedumbre y se pierden, allá lejos, allá dormidas, allá perdidas y oceánicas.
Y avanzo a un lugar sin retorno, sólo para darme cuenta que estuve aquí desde ya hace un tiempo. Camino sin descansar y sin darme cuenta, por el túnel nauseabundo, por el laberinto sin pista, por la escalera en espiral hacía quien sabe donde. No me detengo y no contemplo, porque no tiene sentido saberme nuevamente desolada y lejana, ajena y extraña, petrificada de miedo; llena de contusiones por cada golpe que da mi cabeza contra los muros internos de su calabozo en quiebra, calabozo en ruina.

enero 16, 2011

Infrasonía 79

Pasaron 7 ángeles por el cielo, y los 5 cantos sonaron en mi cabeza 6 veces y 6 veces más, como una programación inquebrantable. Perdí la paciencia, perdí el razonamiento, me convertí en un animal con 7 instintos básicos, con 1 propósito claro, una especie de mandato siniestro, una orden onírica de la que no podía escapar.
Sudé de fiebre, reí en el delirio y después de 6 horas se desangraron mis venas en un caudal interminable, tóxico, rojo... y quedé tirada en el suelo, de bruces con los ojos hacía el cielo, sin ninguna respuesta ante lo externo, con 0 signos vitales.

enero 07, 2011

Infrasonía 78

Y me quedé fría, como si fuera de mármol, como si fuera un trozo de hielo que descansa a la intemperie, no sabía que esperar, mucho menos que decir.
Mi cerebro congelado por las bajas temperaturas no atinaba a darme alguna instrucción sencilla que me sacara del trance, sólo me quedé en silencio; como un fantasma novato que no entiende el por qué de su [no] existencia.
Pasaron varios autos, uno de ellos me llevó lejos...

Infrasonía 77

Deseo ser el sacrificio, posado en la orilla de una copa venenosa, ser el canto amargo de una sirena huérfana que se perdió hace años en un mar de desconcierto.
Quisiera tanto, ser la trágica historia de alguien que nació siendo vagabundo, ser el aleteo inquieto de los insectos que conocen los campos como si fueran propios.
Deseo ser la laguna a donde van a parar los llantos infantiles que humedecen el aire, ser por un momento una partícula diminuta de polvo, que se posa sobre los vidrios de un edificio que está por demolerse, quisiera ser la grieta de los labios de secos del anciano más afortunado del mundo.
Deseo ser poeta para los muertos que fueron por sí mismos a sus funerales desiertos, ser trompeta de orquesta de una marcha que no escucho nunca nadie, nunca jamás.
Quisiera ser quien vence a los sueños sin portar un arma, ser quien soy pero en una dimensión diferenciada, emancipada de la terrenal tristeza y agobio y lamento y eterno vaivén desagradable.
Deseo ser el crucigrama de los enigmas infranqueables, ser una flecha que atraviesa el viento y duerme como estaca en un árbol del parque, ser la silueta de una brisa que se reconoce al pasar sobre un lago, al verse reflejada sobre otro estado.
Ser de todo y un poco menos, ser nada y por eso todo, ser y no ser, ser a veces, ser o no ser, intentar ser siendo otra cosa.

Infrasonía 76

Se llama perturbación, se llama anhelo y optimismo.
Se llama perdición celular de lo conocido, se llama difícil, creíble.
Se llama así cuando tambalea el piso y nos mareamos irremediablemente, se llaman así las risas cruzadas al fondo de un pasillo en tinieblas.
Se llama destello esa reacción de astros y viento, de roca sólida diluida en el calor interno de la tierra.
Se llama de un nombre que no me sé, se llama innombrable y temible, hastío de las multitudes.
Se llama y se desconoce, se busca y no se sabe encontrado, se llama simpleza y sutileza, se llama mezcla y multiplicación.
Se llama y no se llama. Se entiende sin ser comprendido, se lee en otro idioma...
Se aparece en los espejos y en los reflejos de los ríos que ya no tienen agua, se llama igual que el sonido de los techos y los ecos, se las frutillas mordidas y de las nostalgias perdidas.
Se llama igual que las visiones de antiguas civilizaciones muertas y de esas futuras que se atreven a imaginar las cabezas, temerarios saltos, impensables posibilidades de lo que jamás se creyó mínimamente plausible.
Se llama pusilánime la verguenza y atemorizadas las reacciones nerviosas.
Se llama niebla y se llama sol, tormenta y viento, inmediata perdición.

enero 06, 2011

Infrasonía 75

Acompáñame a pensar en sepia sobre el futuro aletargado y escondido bajo las algas de un océano de delirios. Sé compañía cuando se acerquen momentos angustiosos, cargados de metales líquidos y gritos de subsuelo, cuando se acerquen los miedos nuevamente... Los miedos, que aparecen como sombras en mi habitación marchita.
No me abandones cuando me cubran las dudas y sus velos largos que transitan los pasajes de mi mente.
Perdóname, si puedes, por ser quien soy. Una serie de malos hábitos y emociones agrias, por no tener la vitalidad suficiente a ratos, por mis intentos desesperados de obnubilar las cosas. Perdóname por la ebriedad depresiva de mis palabras atropelladas y estrelladas contra el muro de concreto de mis ojos.
No me sentencies a muerte, aunque me lo merezca. Aunque me descubras tal como soy, insignificante, pequeña y aturdida, no me pierdas el rastro.
Ayúdame a reestablecer los circuitos que me faltan para sentirme conforme, porque siento que mis formas laceran los ánimos y no puedo evitarlo.
Pero sin embargo, no hay remedio a este síndrome brillante que golpeó mis células un día sin darme cuenta.
Sin embargo, desde que te abracé no pude dejar de abrazarte y por eso, acompáñame un momento a ver como me desvanezco en secreto para regenerarme como siempre, a ver como atardece mi cuerpo por dentro, como mi temperatura baja hasta un nivel sospechoso.
No estés lejos pero no dejes que te hiera.
Ayúdame cuando me vuelva loca y se me resbalen tus recuerdos de las manos, perdóname por la angustia y por las lágrimas que se escapan como reos de cárceles perpetuas, pero no puedo pararlas, son veloces, se me escapan. Deténlas.