enero 06, 2011

Infrasonía 75

Acompáñame a pensar en sepia sobre el futuro aletargado y escondido bajo las algas de un océano de delirios. Sé compañía cuando se acerquen momentos angustiosos, cargados de metales líquidos y gritos de subsuelo, cuando se acerquen los miedos nuevamente... Los miedos, que aparecen como sombras en mi habitación marchita.
No me abandones cuando me cubran las dudas y sus velos largos que transitan los pasajes de mi mente.
Perdóname, si puedes, por ser quien soy. Una serie de malos hábitos y emociones agrias, por no tener la vitalidad suficiente a ratos, por mis intentos desesperados de obnubilar las cosas. Perdóname por la ebriedad depresiva de mis palabras atropelladas y estrelladas contra el muro de concreto de mis ojos.
No me sentencies a muerte, aunque me lo merezca. Aunque me descubras tal como soy, insignificante, pequeña y aturdida, no me pierdas el rastro.
Ayúdame a reestablecer los circuitos que me faltan para sentirme conforme, porque siento que mis formas laceran los ánimos y no puedo evitarlo.
Pero sin embargo, no hay remedio a este síndrome brillante que golpeó mis células un día sin darme cuenta.
Sin embargo, desde que te abracé no pude dejar de abrazarte y por eso, acompáñame un momento a ver como me desvanezco en secreto para regenerarme como siempre, a ver como atardece mi cuerpo por dentro, como mi temperatura baja hasta un nivel sospechoso.
No estés lejos pero no dejes que te hiera.
Ayúdame cuando me vuelva loca y se me resbalen tus recuerdos de las manos, perdóname por la angustia y por las lágrimas que se escapan como reos de cárceles perpetuas, pero no puedo pararlas, son veloces, se me escapan. Deténlas.

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