enero 07, 2011

Infrasonía 77

Deseo ser el sacrificio, posado en la orilla de una copa venenosa, ser el canto amargo de una sirena huérfana que se perdió hace años en un mar de desconcierto.
Quisiera tanto, ser la trágica historia de alguien que nació siendo vagabundo, ser el aleteo inquieto de los insectos que conocen los campos como si fueran propios.
Deseo ser la laguna a donde van a parar los llantos infantiles que humedecen el aire, ser por un momento una partícula diminuta de polvo, que se posa sobre los vidrios de un edificio que está por demolerse, quisiera ser la grieta de los labios de secos del anciano más afortunado del mundo.
Deseo ser poeta para los muertos que fueron por sí mismos a sus funerales desiertos, ser trompeta de orquesta de una marcha que no escucho nunca nadie, nunca jamás.
Quisiera ser quien vence a los sueños sin portar un arma, ser quien soy pero en una dimensión diferenciada, emancipada de la terrenal tristeza y agobio y lamento y eterno vaivén desagradable.
Deseo ser el crucigrama de los enigmas infranqueables, ser una flecha que atraviesa el viento y duerme como estaca en un árbol del parque, ser la silueta de una brisa que se reconoce al pasar sobre un lago, al verse reflejada sobre otro estado.
Ser de todo y un poco menos, ser nada y por eso todo, ser y no ser, ser a veces, ser o no ser, intentar ser siendo otra cosa.

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