febrero 10, 2011

Infrasonía 86

Ella y su hipocresía, su creencia ciega, su rebelión ala inversa, su piloto automático en todo momento.
Ojos que se someten, mirada que no se tuerce, garganta que ya no grita y puños que ya no sangran.
Ella y su soledad intelectual, su horrible forma de mirarse a sí misma y reflejarse en los demás y aun así ignorarlo.
Dependencia ilusa, pasos cortos y rápidos, el billete acalorado que no se gasta y los dientes que sonríen con asco.
Su hipocresía tiene casi vida propia, se resbala por los platos que me sirve y me odia sin siquiera darse cuenta y me quiere tanto que se ahoga con la lastima autodirigida de su hipocresía en celo.
Su hipocresía me mira de soslayo y serpentea cerca de mi oído, pero yo estoy sorda a su necedad.
Años que parece que no cuentan e historias que parece que olvidó y queda ella y su hipocresía barata, se rascan las espaldas una a otra, no necesitan a nadie y mienten con descaro y se creen con pasión... Yo las miro y como en su mesa, me trago el comentario y lo vomito todo afuera para que mi paso se haga ligero y las uvas amarillas de veneno lento no me enderecen el camino.

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