diciembre 06, 2010

Infrasonía 61

Mi frágil estado de salud me digitaliza en estos momentos, me inmortaliza en binario para cuando, sin darme cuenta, me muera sin que nadie me odie.
En esta materialización de ideas que tosen sangre en mi cabeza, no logran que mi cuerpo se enferma, porque se afiebró mi mente inquieta un segundo antes, precoz impulso irresponsable. No me tocan las malas noches, las reemplazo por el abandono en las letras, por el sonido de las teclas sin punto aparte.
En este fragmento espacial tengo armas de fuego, cuchillos y camino con un metálico sonido industrial a mis espaldas. Tengo la piel más fría que de costumbre y fumo más cigarros que de costumbre... soy más nostálgica que de costumbre y al mismo tiempo más frívola que de costumbre.
En este estado mayor, que suprime a mi yo encarcelado, no noto la ausencia de control, no soy humana, soy verdugo.
Mis músculos no se mueven ante la huída de nadie, porque de nadie depende mi euforia egoísta.
No me alcanzan las palabras.
¿Qué tan profundo puedo entrar en la madriguera del conejo?

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