diciembre 25, 2010

Infrasonía 74

Fui a parar al cementerio, con el viento soplándome la cara.
Parecía un retrato el cielo, estrujado entre tantas nubes blancas.
El pasto bailaba como si fueran extensiones del cuerpo de tantos muertos.
Pensé en la gente que había bajo tierra y en los que estaban entre las paredes.
Unos al lado de otro, soplándose las cuencas de los ojos para espantarse los gusanos.
Haciendo competencia para ver quien quedaba con más carne adherida a la estructura ósea por más tiempo.
Habían juguetes abandonados. Sólo eso, abandonados, traicionando el propósito por el que fueron creados, o acaso no, nadie puede saber con certeza si no hay almas con ganas de jugar después de medianoche, para capear el frío.
Habían muchísimas fotos, desteñidas por el sol que les da en la cara, inmóviles sus rostros, casi con flojera de seguir perpetuándose.
Me senté en cualquier lugar y dejé que las ramas de los árboles me contaran historias, no me asusté con ninguna. Me decían sobre fantasmas, sobre venganzas, sobre duelos, sobre lloronas y profanaciones; hasta las piedras abrieron mucho los ojos, a mi más bien me entretuvo la anécdota. ;)

diciembre 24, 2010

Infrasonía 73

En el fondo ¿qué busco?
No lo sé. ¿Busco algo?
¿No lo encuentro en mi mente cada noche antes de dormir? ¿No siento el murmullo de las voces de mil exploradores, acá arriba, en mi cabeza que da vueltas?

Cuando llego al cielo, por ejemplo, y mantengo animadas conversaciones con tantos pájaros ebrios. ¿No estoy encontrando precisamente lo que busco? Esa sensación burda y tibia que parece sacudirme la mal/nostalgia de la que suelo ser presa. Porque ese tipo de nostalgia que siento yo, no es esa que deben sentir otras personas, más amables y cálidas en el trato, no es esa sofisticada angustia que da toquecitos placenteros en las paredes internas del pecho. La mal/nostalgia que se apodera de mis tardes grises, como esta, como ahora; es más bien una suerte de bulliciosa y asquerosa orgía entre odios, malos deseos, malos augurios, ganas de matar a alguien, ganas de romperme un dedo, de quebrar el vidrio. De tratar de puta a mi madre y hacer llorar a mi padre hasta verlo consumido en mi pies, ganas de tragarme la valentía oscura que me permita salir volando por el techo, drogarme hasta desaparecer de mi propio mapa. Terrible nostalgia del engendro que debo haber sido en otra vida, que sé yo. Ganas de no ser nadie, de no ser vista, ni oída, ni tocada por el viento. Ganas horribles de estar tan sola que no pueda soportarlo, de herirme mucho, de ser expulsada del planeta y condenarme a estar confinada en el lugar más inhóspito posible.
Alimentarme de ratas muertas, de cadáveres putrefactos de perros atropellados, beber de los charcos de agua sucia de cualquier calle, dejar de ser una persona y ser una sombra que aparece en los espejos de las mujeres buenas y asustarlas y golpearlas y apedrear a los hombres y despedazar sus orgullos viriles.
Maltratar niños y ancianos, reirme llorando, caerme en la desesperación de estar envenenada
¿Y si es eso lo que busco? ¿Y si es hacia allá a donde se dirigen mis erráticos pasos?

Infrasonía 72

Imaginé la niebla bajando de la colina, imaginé el dejarse llevar por la gravedad, el vértigo de la caída en un vehículo sin frenos.
Imaginé el viento congelado en mis mejillas, dejando trocitos de hielo en mis pestañas.
Imaginé el dejarse caer sin importar nada.
Hacia abajo en una noche espeluznante que no me daba miedo.

diciembre 23, 2010

Infrasonía 71

Creo que el tiempo se metió en problemas, creo que no me deja en paz.
Parece que las vitrinas están rotas, parece un día de funeral.
Quizá las horas pisan hojas, quizá ya no vuelvo más.

Se arrebata el sueño, me perturba en secreto la furia de algún animal.
Agujas se atoran en mi pecho, sale un hilo al viento de rojo rencor.
Piedras que ya no encuentro, se resbalan en silencio planeando una revolución.

Converso con la sombra del intento.
Me siento en el suelo del cementerio, rezo a lo que no creo para salvarme de la sugestión.

diciembre 21, 2010

Infrasonía 70

Agitación interna. Subjetividad asquerosa.
Dios que supuestamente existe, debes perdonarme aunque no esté arrepentida, aunque no me sirva para nada.

Rabia brillante que se derrama sobre mis muñecas. Exilio.

Humo.

Sacrificio. Exorcismo.

Algo o alguien me está susurrando. Son mis culpas.

Explotan cosas.

Se quiebran vidrios. Los guardo en mis bolsillos, los usaré luego, cuando esté sola.

Sigo siendo una niña, una estúpida niña que nunca supo donde ir. (un insecto)

Turbulencias en los latidos de una máquina que a veces no reconozco...

Trozo de mí.

Ojalá me esperen las trompetas del apocalípsis.

Pestañas con gotas de adorno.

Espero un momento, porque quizá esto no está realmente sucediendo.

Infrasonía 69

No se entiende, no me importa.
Me galopa en el pecho un caballo condenado.
Me tiemblan las manos.
Se me acaba el aire.
Y pierdo control de mis ojos, que sin ningún remordimiento lloran.

Me ahogo en mi misma, en el propio descontrol de lo que siento.
Y siento el peligro acechando, sé lo que viene después de esta sensación.

Porque yo, la que habita dentro de este cuerpo ahora, está asesinando todo lo que atesora la caja de cristal de lo que siento.
Porque yo, la que lamentablemente no desaparece nunca, se está preparando para el gran golpe.

Me asusto de mi propia mente.
No puedo evitar sentir dolor cada vez que me trago la agonía de mi piel abierta.
Metales líquidos, como mercurio químico, perforan mis entrañas.

Puede ser consecuencia del bloqueo que no me deja alternativa.
Retrocedo en el tiempo casi sin darme cuenta y me cuesta volver y grito por volver a sentirme tranquila, perteneciente a la calma que me entrega tu existencia. Pero cuesta, porque sin querer hacerlo, me odio tanto.
Me odio por no entenderme, por la fragilidad de mi voluntad, por mi ausente fuerza.
No quiero lastimar a nadie, pero no puedo evitarlo si mis dientes son cuchillos.

Pero lo intento, sabes?
Me concentro, aprieto los puños y tenso la quijada nuevamente, como tantas veces, y arremeto contra mi vida. No puede ser coincidencia que aparezcas, como un visitante tibio en estas horas congeladas. Espera que respire hondo, no te asustes si salto por la ventana, porque a veces, como tantas veces necesito destruir mis castillos internos.
Porque aveces, como tantas veces necesito un rescate.
Ojalá tus ojos estén abiertos porque aunque, temeraria me lanzo a la muerte, confío en secreto en que tus manos detienen mi caída.
Porque si eres de lluvia, apagaras mi violencia. Porque si no lo eres, no sé quien soy yo tampoco.
Porque si tus ojos no te obedecen, no miraran el monstruo que se ensaña conmigo mientras duermo.

Infrasonía 68

Como pasa siempre me convierto en pasajera que viaja hasta la luna.
No me puedo escapar por las noches, sigo victimizando mis giros de medianoche.
Siento que me empuja el brillo del cielo, me trae de nuevo y mil veces a su profundo sueño.
Estoy de vuelta, una vez más. Como si no me hubiera ido nunca.
Y los antiguos conjuros ya no sirven, pedaleo hasta lo que conozco de memoria.
Me siento magnetizada como siempre.
Me arrastro con las rodillas heridas.
Vete luna, bésame en la mejilla. No quiero estar de nuevo clavada en tu desértica palidez.

Te imagino a ratos, corriendo carreras en mi mente, insultándome a través de un espejo.
Reflejando mi rabia, devolviéndomela mezclada con alcohol.
Te veo de reojo jugando con mis memorias, tocando mis fibras que resisten.

No quiero verte, no aparezcas. Demonio disfrazado de luna.
No quiero tus enigmas de traición, no quiero el letargo de tus labios mordidos.
No quiero verte llevándote de nuevo mi voz al limbo.
Ángel a la inversa, devuélvete.
Como sea, no lo intentes.
Mirada de nausea no finjas simpatía.
Me lavo las manos después de vomitar tu historia.
No te quiero cerca. No quiero el miedo que me produce tu nombre. No quiero verte en la calle. No quiero que recuerdes mi casa.
Te he visto matarme antes, no te veré hacerlo de nuevo.

diciembre 19, 2010

Infrasonía 67

Ser de aire, aire sucio, sucio intento, intento matarme, matarme pronto, pronto desaparezco, desaparezco tranquila, tranquila está la tarde, tarde lo pienso, pienso las salidas, salidas de medianoche, medianoche y sus lobos, lobos incompletos, incompletos sus parajes, parajes abandonados, abandonados sus ojos, ojos sin miedo, miedo a esos gritos, gritos adoloridos, adoloridos los hombros, hombros que cargan peso, peso muerto, muerto el aire, aire que se respira, respira la cuidad en celo, celo sienten los postes, postes sin luz ni camino, camino pateando piedras, piedras que sobran en el camino, camino rumiando cosas, cosas que no tienen sentido, sentido que perdí con el tiempo, tiempo mutilado y sanguinario, sanguinario el sonido del cuerpo, cuerpo estrellado en el cementerio, cementerio de sueños, sueños pusilánimes, pusilánimes mis intentos, intentos fracasados, fracasados los días, días calurosos, calurosos los gestos de quienes me rodean, me rodean murciélagos muertos, muertos aleteos, aleteos y sombras, sombras que no puedo evitar ser, ser de aire, aire sucio, sucio intento...

diciembre 18, 2010

Infrasonía 66

La pacífica mentira, descansa en una orilla de playa, en un puñado de pasto, en un par de pensamientos oblicuos.
La pacífica traición duerme sobre el tiempo ausente, se despierta con ínfulas nuevas pero vacías, se alimenta de pedazos de reconstrucción inútil.
La pacífica herida se abre en momentos de tensión, de completa soledad.

Se odia, se percibe.
Se retuerce el pánico en su propia celda de carne hueso.

Infrasonía 65

Hoy día la noche es un cadáver y por eso se me ocurren buenas ideas.
Abro bien los ojos.
La luna es la muerte y yo soy su espía.
Me trago una bocanada de aire.
Obra pura, pura sangre, sangre maldita, maldita coincidencia.
Me respiro a mí misma.
Paso etéreo, de hombre sobre la luna, intrigantes misiones.
¡Recorrer el mundo!
Comenzar una tragedia.
La noche está muerta y por eso regreso, entre escombros de mis memorias dañadas, entre los pilares de mis años demolidos.
Me fumo dos estrellas.
Revienta el viento en mi oído mil veces, se infla mi cabeza, salgo volando por mi ventana.
Me veo en pantalla, me veo en otro lado.
Exterminio popular.
Que pasen los verdugos, he aquí mi cuello y mi sangre fría apunto de regar los jardines.
¡Pesadilla!
Despierto agitada, afiebrada, jadeando y arañada.

diciembre 17, 2010

Infrasonía 64

Déjame mirarte como si te conociera desde siempre, como si al sentir un ruido allá lejos, ya supiera que son tus pasos.
Déjame escribirte esto y otras historias, aunque no todas me gustan, aunque se parezcan tanto.
Déjame ahogarme en un estero camino a tu presencia difuminada, como si fuera un sueño o un trance, como si yo viajara de distinta forma.
Las venas hacen dibujos en nuestras manos, para recordarnos que estamos vivos y que estamos ahí, en un instante concreto, tangible, presente.
Las luces siempre fueron una cámara de tiempo, las sustancias que nos alteran la conciencia siempre fueron el tiempo, como una onda suelta y flexible que acomodamos a nuestro antojo.
Porque quizá sea tu mirada un mundo entero, uno de tantos y el favorito de mis giros.
Porque quizá sea la última vez que te vea, porque me pierdo cuando apareces en mi cabeza, porque no intento hacer nada más que encontrarte siempre.

diciembre 10, 2010

Infrasonía 63

Ese día que la gente estaba en lugares equivocados y nadie estaba donde realmente quería estar.
Ese día en que el sol salió por otro lugar sin decirle a nadie porque, confundiendo los esquemas y cambiando los colores del cielo.
Ese día en que todos gritamos tanto que nos quedamos sin voces, que nuestras gargantas se desgarraron como telares que caían del cielo... ese día y no otro.
Ese día en que extrañé tanto y tan anticipadamente...
Ese día que estaba desolada y que las sombras de todas las nubes se posaron en mis ojeras grises, ese mismo día, en que mi pelo se hizo uno con un torbellino de tierra...
Ese día en que mis ojos afilados no alcanzaron a ver la tarde, ese día estaba yo frente al mundo, en una cuidad que jamás habían tocado mis zapatos...
Ese día miré a lo alto, me enceguecí por el atardecer inverso que desconocía mi memoria y lo vi a él, lanzarse sin pensarlo dos veces desde la torre Tokio.

Infrasonía 62

Epicentro, oleaje.
Palabras de fondo que se tiñen de espuma.
Colores vivientes, danzando en mis perceptivos y lastimados ojos.
Sonidos en el aire que traspasan las barreras de tiempo.
Concluyo que he muerto, porque no se puede estar tan bien en vida.
Concluyo, que duermo, que no se puede ser tan feliz despierta.

La vida, un lapsus. Una palabra fea.
La vida, un pestañeo, una sala de estar antes del portal de lo absoluto.

Bajo el sol, cuarenta uñas, sosteniendo con fuerza la arena que nos sepulta.
Temporal y resistencia.
Cavilaciones e ideas de otro lado.
De fondo, pájaros que conversan, sobre como estuvo la pesca, sobre como estuvo el día.

Lo siento, no soy poeta.
Lo siento, mis palabras simples se repiten siempre.
Escribo sin ganas, pero sólo cuando quiero hacerlo.

¿Propósitos? No tengo.
Me espantan las tardes color rosa, me aterriza tu puño apretado.
Me pierdo, lo tengo claro.
En mis rumiaciones me acuesto, me duermo pensando en cualquier cosa.
Conservo, las partículas que se quedaron incrustadas entre mis cosas.

diciembre 06, 2010

Infrasonía 61

Mi frágil estado de salud me digitaliza en estos momentos, me inmortaliza en binario para cuando, sin darme cuenta, me muera sin que nadie me odie.
En esta materialización de ideas que tosen sangre en mi cabeza, no logran que mi cuerpo se enferma, porque se afiebró mi mente inquieta un segundo antes, precoz impulso irresponsable. No me tocan las malas noches, las reemplazo por el abandono en las letras, por el sonido de las teclas sin punto aparte.
En este fragmento espacial tengo armas de fuego, cuchillos y camino con un metálico sonido industrial a mis espaldas. Tengo la piel más fría que de costumbre y fumo más cigarros que de costumbre... soy más nostálgica que de costumbre y al mismo tiempo más frívola que de costumbre.
En este estado mayor, que suprime a mi yo encarcelado, no noto la ausencia de control, no soy humana, soy verdugo.
Mis músculos no se mueven ante la huída de nadie, porque de nadie depende mi euforia egoísta.
No me alcanzan las palabras.
¿Qué tan profundo puedo entrar en la madriguera del conejo?

diciembre 03, 2010

Infrasonía 60

Hace tanto tiempo que no veía morir la tarde.
Hace tiempo que no me abandonaba a los placeres inocentes de una tarde sin prisas, que sé yo, leer un libro tirada en la cama, dejándome envolver por la romántica historia, dejando que las páginas me acaricien la cabeza y me escalofríen la espalda, cerrando los ojos para imaginar mejor. Descalza y despeinada, con la cabeza hundida en la almohada. Tomar un té de naranja mientras el sol se filtra por el visillo de mi ventana, dejar que mis párpados carguen su propio peso y me nublen y me nublen y me nublen.
Mirar por la ventana y pensar en otra cosa, dejar atrás la tristeza (pero no tanto) embriagarme con la muerte de esta tarde solitaria, desaparecer de mi cerebro y de mi mapa, encontrarme sola con la mitad de una sonrisa estampada en mi cara.
Dejar fluir música y verla flotar por mi habitación, como una nube aromática, como un vapor que me eleva, me mantiene abrigada y adormecida.
Me abandono a esta tarde, entre luces brillantes y hermosas sombras. Entre suerte y literatura. Entre brebajes y canciones.
Entre ese espacio que existe entre el sol y el horizonte.