septiembre 21, 2010

Infrasonía 43

Oda a la suerte en la que no creo, a la fortuna, que por serme esquiva desdeño.
Reverencia con matices cínicos al camino liviano que forjan mis zapatillas.
Palabras dirigidas al espasmo de mi materia que se siente siempre vulnerable a (tu) tacto. Al suspiro tibio de mis pulmones manchados cuando se hace poco el aire en mis cargadas exhalaciones. Al tamborilleo constante de una masa sanguinolenta y enloquecida, en cuenta regresiva, bomba de moléculas agitadas al pensar (tu) alguna presencia eléctrica.
Dirijo palabras azarosas al miedo de quererte así de tanto, al vértigo de tus pirómanos ojos que incineran mis cuerdas vocales.
Me dirijo sintiéndome pequeña y poco digna de las vibraciones involuntarias que genera (tu) el dióxido psicotrópico de los mecanismo vitales.
Pequeña rata insignificante, pusilánime y temeraria, me lanzo al pantano desconocido, empujada por las voces que no salen de mi cabeza, que oculto con destreza cinematográfica. (o no tanta)
Avergonzada con las mejillas sonrojadas y los dedo fríos, funcionales sólo cuando se enredan en tu pelo y acaso cuando sostienen este lápiz, acaso cuando sostienen un cigarro, acaso cuando hacen callar a mis labios con motor impulso.
Perturbada y encandilada avanzo por los rieles que contruyo, escapando de mi cerebro traidor y justiciero del equilibrio, cable a tierra.
Pasaje de vuelta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario