septiembre 12, 2010

Infrasonía 39

Aunque se me hagan trizas los ojos y caigan destrozados en medio de toda esta arena, aunque el relato sea breve y sin destinatario, aunque vuelen algunas sílabas como fibras invisibles por una cuidad de tonos crudos. No tiene sentido el explicarlo, no encuentran su cause las razones.

Ya perdió el motivo el pulso, la primera atracción de gravedad de mi mano sobre estas teclas ha desaparecido por completo, se ha consumido el minuto que me persigue, el segundo que me persigue, la destrucción inmediata trás mi espalda.

Y perdió el norte el punto final, se quedó en un boceto que divaga, torpe entrometido entre las ruinas de mi percepción borrosa.
Se incrusta en una roca la finalidad última de mis cordiales y nauseabundas intenciones, se difumina en el horizonte que dibujo, la noción traicionera de un propósito.

Estallan bombas.
Se pierde el camino.
Enloquecen los sentidos.
Se intenta, se resiste.
No se puede, es inútil.
Recuerdos, proyecciones.
No se puede, es inútil.
No se tiene pasado, no se tiene futuro.
Se consigue sólo esto, el impalpable destello de vida que me da forma, me angustia, me calma, me conserva en el limbo.

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