noviembre 15, 2010

Infrasonía 56

Los refugios a veces son malditos, pero protegen mi cabeza de sacudidas simultaneas, sin mucho orden ni razón.
Los refugios son como grandes charcos de agua azul, pero violentamente agitada, sacudida sin miramientos por los pasos rabiosos que intentan, iracundos, hacernos pertenecer a la tierra.
Los refugios son fríos como las noches en las que movidos por el potencial habitante extraño e interno, nos lleva a azotar los ojos contra la luna, odiándola de verdad, cuando la tragamos de golpe y la destrozamos en el pecho, para dejarnos clavadas las estacas de su claro de luna, sus vidrios fríos de piedra...
Los refugios necesarios que nos provee con mediocridad nuestro espíritu pasado son grises, rabiosos, dramáticos, suicidas, sangrantes, nostálgicos y lacerantes.
Grises, melancolía.
Rabiosos, melancolía.
dramáticos, melancolía.
Suicidas, melancolía.
Sangrantes, melancolía.
Nostálgicos, melancolía.
Lacerantes, profundamente lacerantes.

Destroza, refugio: mi consciencia adormecida.
Destroza, refugio: la tibieza de mi piel
Destroza, refugio: la paz de mis latidos.
Destroza, refugio: pupilas, pestañas, dedos, contornos, sonrisas, cogniciones arpías.

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