noviembre 06, 2010

Infrasonía 55

Un cigarro se consume en mi mano, las cenizas vuelan por mi caótica habitación de pánico y mientras los segundos se evaporan a mi alrededor puedo verme mascando vidrios, astillándome los dientes, rompiéndome los labios.
Tiembla el pulso, se secan los ojos. Descubro en mi interior un espacio inmenso y deshabitado, como una catedral antigua que nadie quiere visitar. Me duelen los dedos heridos, se encogen mis pulmones maltratados y los segundos siguen difuminándose en el aire, recordándome que pasan rápido, que no vuelven. Que nacen y mueren casi al mismo tiempo, que como corta es su vida sólo sirven para dañar, son como estocadas rítmicas que ahogo en vasos de ron.
Quisiera reírme de ellos y de sus insignificantes vidas, pero se llevan consigo la mía, como una mochila llena de papeles arrugados, aceitosos, malescritos.
La risa se vuelve acuosa, muy espesa e intragable. La risa se vuelve ágil y escurridiza mientras el tamborilleo de mis latidos que no cesan resuenan con colosal eco dentro de mi catedral llena de polvo.

1 comentario:

  1. Una paradoja se me viene a la mente, escucha tu alma deja todo votado y no dudes mas, cree y destruye las normas.
    Tqk =)

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