octubre 06, 2010

Infrasonía 49

Los rayos de sol esconden algo de misterio, algo de química. Algo de justicia a mis huesos dormidos, me despierto con las cortinas abiertas, con la certeza fresca en mi mente, hoy abandonaré este patio de jueguetes abandonados.
La luz amarilla se cuela por los visillos de mi ventana, hacen cosquillas a mis párpados y me desprenden con amabilidad del sueño en el que estaba sumergida.
Sonrío, apenas abro los ojos. Hoy comienza el viaje, en una esquina descansa mi maleta.
Abandono los parajes de la nostalgia y con destreza, amarro mi cintura a la melancolía, que con elegancia y ráfagas de hielo redacta mis recuerdos.
Finalmente la sonrisa se desvanece, se caen mis ojos al piso y veo mi realidad horizontal interminable, no sé muy bien que día es hoy, no sé muy bien si es bueno saberlo... Leí que el que vive solo no conoce del tiempo...
Finalmente decidí levantarme y acabar de una vez por todas con esta despedida tergiversada y dubitativa que sólo consigue que esté a punto de arrepentirme, a punto de esconderme bajo mi cama.
Estiro mis brazos, en señal de rendición ante lo planeado, me comprometo con el rol de ente ejecutor de las instrucciones del azar, camino despacio hasta donde el sol golpea fuerte, me envuelve una luz que encandila, cierro los ojos para no dejar que ninguna lágrima conozca el exterior de mis ojos, sonrío nuevamente, esta vez con una mueca de demencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario