octubre 18, 2010

Infrasonía 51

En el tierno intento por no desanimarnos pronto, nos extinguimos hechos pedazos. Con el viento que revuelca nuestro pelo, dejamos volar el potencial de los instantes, porque debemos atarnos a la amargura, con doble hilo, irrompible lienza.
En los caminos soleados dejamos nuestras expectativas para que se incineren, porque tenemos sueños pero no queremos cumplirlos.
Esperamos la resurrección cuando se apaguen las luces, pero tememos morir mirándonos a la cara.

Son los instantes sorbos de enajenamiento y preocupación.
Es la vida eterea, son los pasos nubes que se dispersan.

En los colores que adornan nuestro entorno dejamos lo que nos importa sin pintar, porque todo nos importa mucho, pero sin embargo, no demasiado.
En la refrescante lluvia ahogamos nuestra sedienta imaginación dormida, porque queremos crear para odiarnos un poco más.

Son las personas, casuales buenos momentos.
Son los ríos, relojes que marcan nuestro paso incorrecto.

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